Mi nombre es Pablo Insunza, tengo 53 años y trabajo en gestión cultural. Actualmente me desempeño como coordinador de conservación de preservación de la Cineteca Nacional. Es el área que maneja el archivo fílmico y de video y el laboratorio de restauración, estamos también en directa y permanente relación con la otra área de la cineteca que se centra en la difusión y mediación. De formación soy comunicador social e hice un magíster en gestión cultural. Mi experiencia de trabajo ha estado siempre ligada al cine, he trabajado como documentalista, productor y realizador audiovisual.
Vi este ejercicio como un registro de espectador, más que como productor de obras, de eventos o gestiones. Por lo tanto, no detallé el trabajo, sino que puse cómo me comporté esos días desde el punto de vista del ocio, si hice o no hice algo, si me fui para la casa y no hice nada. Eso registré básicamente, no lo había comprendido, en definitiva, como una bitácora de trabajo.
Pude constatar que esos espacios de ocio sí se vinculan con el trabajo. Si observas rápidamente, dos de las cuatro actividades están directamente relacionadas con el cine, fui a ver películas. Por lo tanto, en los pocos tiempos de ocio que tengo, trato de ver películas. A veces uno se hace el tiempo para hacer otras cosas también.
Voy al trabajo todos los días, salvo que tenga que hacer otra actividad laboral fuera de la Cineteca. Llevo aquí tres años y medio. Antes tuve pegas más bien freelance, o a cargo de una productora donde los horarios los establecía yo según lo que se requería. Ahora la estructura está más definida, a veces quedan cosas pendientes fuera de horario, pero intento que sean las menos posibles. Trato de cerrar acá, prefiero quedarme un poco más, terminar, y luego desenchufarme en mi casa. Si no puedo, bueno, me llevo para el fin de semana.
Si hubiera hecho este ejercicio quince años atrás sería muy distinto porque hoy tengo todo más estructurado. Antes –por decirte– si había un seminario a las once de la mañana en la Biblioteca Nacional, iba no más. Era más libre. Hoy no es así. En ese sentido las tecnologías le hacen un flaco favor a la administración del tiempo porque siempre estás ubicable, disponible: “¿Por qué no me contestaste si te mandé un whatsapp?”. Es pésimo negocio. Intento no pescar si mi horario terminó, o no mirar los correos del trabajo el fin de semana. Si tengo diez llamadas perdidas, bueno, contesto.
En mi vida el trabajo es algo absolutamente central. Uno siempre intenta hacer algo que lo llene, que lo satisfaga, que se sienta útil. No sentirse como… No sé, pateando piedras. En ese sentido, el trabajo que he tratado de hacer a lo largo de mi vida son cosas que me llenen como persona y que me realicen. Esto siempre ha estado ligado al mundo audiovisual, a los documentales y al cine.
La parte más creativa de mi pega es cuando uno está haciendo un trabajo de autor. Dirigir un documental, escribirlo, producirlo. Es ahí donde la creatividad permite un mayor crecimiento, no así cuando estás en una estructura institucional en que la parte creativa tiene un lugar y es valorada, pero está acotada a un contexto laboral distinto. Hay una planificación, pero la gracia es que participo también de esa planificación. Ahí es donde uno trata de instalar ciertos patrones para sacar adelante iniciativas valiosas y entretenidas. En este momento la carga laboral no permite abocarse a proyectos más personales porque el tiempo no alcanza.
Desde mi trabajo actual, lo más importante es ir avanzando respecto a los proyectos, ideas y metas que nos ponemos. Es un trabajo en equipo y cuando vemos que las cosas resultan, son factibles de realizar y tienen una buena recepción en la gente y otros pares, entonces sabemos que se hizo bien y nos quedamos felices. Eso es muy satisfactorio, una muy buena cosa. Por otro lado, desde la estructura organizacional, siempre tratamos que esto vaya creciendo. No ser la misma cineteca chiquitita, sino que ir de a poco avanzando en tener mejor equipamiento, o más gente, o un apoyo permanente en un nuevo proyecto. Todos esos logros son satisfacciones, pequeñas victorias para del equipo que hemos ido armando poco a poco, peleando por el presupuesto también. No es que cambie de un gobierno a otro, lo que varía son las grandes líneas prioritarias. Un gobierno puede darle más importancia al patrimonio y otro a la creación. Pero a nosotros no nos ha tocado un cambio tan radical, ni para bien ni para mal.
En esta etapa de mi vida he privilegiado la estabilidad en vez de ganar más plata, sé que con trabajos más inestables podría hacer más plata a lo largo de un año x, pero eso tiene sus pro y sus contra. Puedes estar dos, tres años bien, pero luego hay que volver a empezar con otro proyecto. Es una entretenida montaña rusa, pero cansa. Por otro lado, una pega más estable te deja tranquilo, pero tampoco permite grandes locuras. Eso significa hoy–a modo personal– la opción por trabajar en una institución en desmedro del trabajo autoral. A mí no me complica estar en una oficina, sobre todo porque estás con un buen grupo de gente y eso es impagable. Antes estuve en otro trabajo donde estaba bien y era apreciado, pero no enganché con el grupo. Entonces cuando salió esta opción no lo pensé dos veces. Y eso fue por la gente, y también porque el contenido del trabajo que es muy importante, y porque hay un compromiso colectivo que es fundamental.
En la bitácora registré muchas menos actividades de ocio que las que quisiera. El ideal sería hacer algo todos los días, pero son muchos los impedimentos. Por un lado el tiempo, y por otro, lo económico. Lamentablemente el ocio está ligado al consumo. Por ejemplo, puedes ir al Museo de Bellas Artes donde la entrada es gratuita, pero después al salir haces otra cosa que tiene un costo. Tienes que ir planificando donde priorizar la plata. Yo trato de ir al cine lo que más puedo, y tengo la ventaja que puedo ir a la Cineteca cuantas veces quiera. Por eso lo trato de juntar con una salida con mis hijos, o con mi pareja. Pero la verdad es que no me resulta mucho porque mis hijos son grandes, por lo tanto, están haciendo cualquier otra cosa menos salir con su papá, o los horarios no coinciden. Lo otro sería ir a comer algo. También tratamos de hacerlo con el equipo, cosa de tener una vida social juntos, no sé, una vez a la semana. Nos juntamos harto. Por otra parte, están mis amigos de otros lados o mis primos. Hay varios grupos.
Yo aprendí mal la palabra ocio. Cuando era chico, era casi un insulto. Poco a poco he ido aprendiendo a asociarla con el tiempo libre. Pero no creo que eso le pase al 90% de los chilenos, hay una asociación con la flojera. Hoy no me queda ninguna cuota de eso, mientras más ocio, mejor. En cierta parte, es algo contra cultural por el contenido. Uno se junta para compartir, saber del otro, criticar, despotricar y sacar rabias; pero lo haces en un espacio que es absolutamente sistémico, como una shopería. Un lugar mediado por el consumo.
Creo que sólo el ocio más casero está fuera de ese círculo consumista, como el estar en la cama haciendo nada. O almorzar en la casa. Aunque no me parece que sea un espacio de ocio, más bien de vida familiar. El juntarse con amigos sí, tomar o comer algo juntos.
Creo que para mí no hay tanta la diferencia entre un feriado y un día normal comparado con otros trabajadores. Un obrero de la construcción llega a las seis de la mañana y antes está en el transporte público una hora. Pero igual un feriado es un feriado. Hay otra dinámica de compartir distinta porque tengo la suerte de ir al trabajo contento, y hay ámbitos de la sociedad donde eso no pasa.
Ante la posibilidad de una enfermedad intentaría que esta afectara lo menos posible a mi rutina. Pero si no se puede hay que ocuparse, hasta ahora no me ha pasado.
Por otro lado, la paternidad cambió muy radicalmente mi forma de percibir y experimentar el ocio y el trabajo, ya no eres tu solo o una pareja. Sobre todo cuando eran más chicos, hay un antes y un después porque existe un otro del que hay que preocuparse. Ya no es que quieras irte a vivir a la isla Dawson y simplemente te vayas. Ahora hay una responsabilidad que te exige estar, y también te exige en lo económico. No cambié mis actividades laborales en un primer momento, el giro fue posterior. Al inicio estaba la la urgencia de generar los recursos necesariospor loqe se priorizaba el trabajo ante todo, pero poco a poco, con los años, uno va queriendo y estando más presente
No he pensado mucho en mi retiro, creo que voy a trabajar hasta que pueda hacerlo, eso deseo al menos. He conversado con gente que se imagina a los 65 en la playa, yo no lo siento así. Pero no sé hasta cuando estaré. Hoy no tengo apuro en terminar de trabajar porque me entretengo y hay gente que quiero. Pero si algún día me retiro me voy a la Isla Mocha.